La noticia sobre las amenaza de ciertos grupos ultrarreligiosos contra Trey Parker y Matt Stone, los creadores de South Park, reabren (de nuevo) el debate (nunca yermo) de los límites de expresión.
"They will probably wind up like Theo Van Gogh for airing this show. This is not a threat, but a warning of the reality of what will likely happen to them."
Los medios se percatan del avasallamiento sufrido al obligarle a censurar su contenido. Este hecho es más sorprednete (si cabe) en un serie que presume de su exibición de lenguaje obsceno, violento y xenófobo, además de un escepticismo cruel que les lleva a una mofa política y religiosa urbi et orbi.
"South Park is what can be called an equal opportunity offender."
Las amenazas sean un fake o no, poco importa, lo que cuenta es que es relevante. La agresiva campaña publicitaria por los 200 capítulos se ve desbordada por la actualidad de la polémica hacia los musulmanes. La falsificación desnuda nuestros prejuicios y miedos porque los muestra sin el "ropaje" de la realidad, nos coloca en una posición alejada, comtemplativa, a salvo de sus consecuencias indeseables. Políticamente, es más crítica.
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