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martes, 10 de noviembre de 2009

Step down from heaven, fall to hell



A la pregunta de si la tecnología hace progresar a la humanidad, se plantean dos posibles respuestas: la que esgrimen los tecnofilos, la de un paraíso tecnológico donde los avances científicos y técnicos acabaran con las penurias y el sufrimiento; y en el lado opuesto, la de los tecnofobos, la de un infierno tecnológico en el que las maquinas, los mass-media o la web2.0 están acabando con los valores positivos de la sociedades tradicionales.

Mi posición ante los tecnofilos es escéptica: no creo posible que ciencia pueda hacer felices a las personas, pero si que pueden ser herramientas utilísimas para tal fin. ¿Realmente se puede pensar que un móvil humanizará a un adolescente abusón? No, pero pueden ser los instrumentos óptimos para ayudar a cambiar esta situación, no por si mismos, pero si como vehículo pedagógico o terapéutico de unos valores.

Una vez se baja de las nubes de un futuro de inventos redentores, se corre el riesgo de bajar demasiado y hundirse en el infierno de progreso destructivo que amenaza un pasado idílico. Se habla de la generation gap, se habla de la brecha digital, pero no se habla de los que subyace a este fenómeno tan palpable. La brecha digital oculta un visión de la educación pasajera, de una etapa preparatoria: es común que tras el instituto, la universidad en el mejor de los casos, se suelte el adagio: "en mi vida vuelvo a cojer un libro". Ahí está la brecha.

En resumen, Internet se creo como una red abierta y libre, ponerle trabas a la libre expresión va en contra de su propio ser. Y no parece ohernte pensar que una herramienta vuelve malavada y deshumaniza a el usuario, sino que el uso que hace el usuario de esta no está guiada por principios éticos.

1 comentario:

  1. la ética es la clave, ahí le has dado, de toda visión instrumentalista de la ciencia, claro está.
    más moral, más moral, más moral!

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